Por Horacio Ibarra A. |
Lázaro Salazar, el llamado "Príncipe de Belén”, además de ser un gran manager, era un tremendo bateador y un excelente serpentinero.
En 1939 fue el máximo ganador de la Liga Mexicana de Beisbol con 16 victorias y ganó el título de bateo con .374 de porcentaje, además, en su calidad de manager le dio el título a los Cafeteros de Córdoba. Ese fue el primer gallardete para el formidable manager cubano, que más tarde iba a convertirse en el máximo ganador de todos los tiempos en la liga de verano con siete conquistas.
En 1945 tuvo oportunidad de conseguir una hazaña desde la lomita de lanzadores. El 10 de junio enfrentó a los Tecolotes de Nuevo Laredo y les lanzó juego sin hit, pero con carrera, en partido de nueve innings escenificado en el desaparecido parque Cuauhtémoc de Monterrey, con pizarra de cinco carreras a dos.
Como manager Lázaro llevaría al título al Córdoba en 1939, Veracruz en 1941 y luego le daría cuatro campeonatos al Monterrey, tres de ellos consecutivos para hacer historia. El primero fue en 1943 y el tricampeonato de 1947 al 49, desde entonces a la fecha ningún otro timonel ha conseguido igualar su hazaña en la liga de verano. Todavía en 1956 logró otro banderín comandando a los Diablos Rojos del México. Su deceso se dio un año más tarde a causa de un derrame cerebral en el parque del Seguro Social, muriendo al día siguiente.
Lázaro está considerado el mejor manager de todos los tiempos en la Liga Mexicana de Beisbol, y hoy se le recuerda como un privilegiado de la pelota. Lázaro no era un príncipe, era un rey y como tal se debe recordar en forma perenne.
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